Cuando
vivimos situaciones tales como un duelo, una enfermedad, una crisis económica,
un problema fuerte de cualquier tipo, normalmente tenemos un periodo de
angustia, tristeza, depresión, enojo, o del estilo. A muchos nos cuesta más
trabajo que a otros el poder cambiar de enfoque y empezar a mirar hacia
delante, dejando el problema o la situación a un lado y pudiendo salir de ella.
Sin embargo también existen personas que no lo logran y se siguen consumiendo
en el problema, causándose deterioro en su salud y en sus relaciones.
¿Qué es y en qué consiste?
Llevada la definición
del campo de la física al campo humano y de las relaciones personales, podemos
definir que la resiliencia es la capacidad para afrontar la
adversidad y lograr adaptarse bien ante las tragedias, los traumas, las
amenazas o el estrés severo.
Podemos por lo tanto decir que es regresar a nuestro estado natural, a nuestra vida, siendo mejores,
tomando los hechos como aprendizajes. Es pues abrir nuevas opciones y empezar a
darle nuevamente un sentido a nuestra vida.
Es también la capacidad de soportar el
dolor y afrontar el sufrimiento, reconstruirse y no perder la capacidad de amar
y de luchar. Es no caer en el desánimo viendo una realidad sin esperanza, ya
que esto significa tiranizarnos irracionalmente. La adversidad depende de la
respuesta que demos al evento, de la manera que pensemos sobre él.
Ser resiliente no significa no sentir malestar, dolor emocional o dificultad ante las adversidades. La muerte de un ser querido, una enfermedad grave, la pérdida del trabajo, problemas financiero serios, etc., son sucesos que tienen un gran impacto en las personas, produciendo una sensación de inseguridad, incertidumbre y dolor emocional. Aún así, las personas logran, por lo general, sobreponerse a esos sucesos y adaptarse bien a lo largo del tiempo.
El camino que lleva a la resiliencia no es un camino fácil, sino que implica un considerable estrés y malestar emocional, a pesar del cual las personas sacan la fuerza que les permite seguir con sus vidas frente la adversidad o la tragedia. Pero, ¿cómo lo hacen?
La resiliencia no es algo que una persona tenga o no tenga, sino que implica una serie de conductas y formas de pensar que cualquier persona puede aprender y desarrollar.
¿Qué contribuye a que una persona sea más resiliente?
- El apoyo emocional es uno de los factores principales. Tener en tu vida personas que te quieren y te apoyan y en quien puedes confiar te hace mucho más resiliente que si estás solo.
- Permitirte sentir emociones intensas sin temerlas ni huir de ellas, y al mismo tiempo ser capaz de reconocer cuándo necesitas evitar sentir alguna emoción y centrar tu mente en alguna distracción.
- No huir de los problemas sino afrontarlos y buscar soluciones. Implica ver los problemas como retos que puedes superar y no como terribles amenazas.
- Tomarte tiempo para descansar y recuperar fuerzas, sabiendo lo que puedes exigirte y cuándo debes parar.
- Confianza en tí mismo como en los demás.
Uno de los
recursos más importantes para poder manejar una experiencia negativa fuerte es
la fortaleza que implica una actitud sana que sepa admitir la verdad tal y como
es, aceptando nuestra responsabilidad (habilidad de respuesta) y sabiendo
perdonar y perdonarnos, ya que podemos vivir sin el amor del otro pero nunca
sin el amor a nosotros mismos.
Para
poder lograr la resiliencia con mayor facilidad, podemos tomar lo que se conoce
como ‘Niveles Neurológicos’ dentro de la Programación Neurolingüística (PNL) desarrollada
por R.Dilts y R.Brandler, y que se refieren a los diferentes estratos de la
mente y como ésta almacena, recuerda y archiva las experiencias, tanto
negativas como positivas. Son los diferentes niveles que maneja el pensamiento
humano en todos sus niveles de comunicación.
Según
Dilts estos son, empezando desde el más profundo al más primario:
- Nivel Espiritual: es el sentido de trascendencia. Lo que yo aporto al mundo.
- Nivel de Identidad: es lo que yo creo que soy y de esto depende la misión en esta vida que yo desarrolle.
- Nivel de Creencias y Valores: mis creencias son las que me dirigen y estimulan para lograr mi misión y están basadas en mis valores.
- Nivel de Capacidades y Recursos: estos son los que me ayudan en mi vida para sustentar mis creencias.
- Nivel de Conductas: son las conductas que tengo en la vida según las capacidades que manejo.
- Nivel de Entorno: es el contexto donde yo actúo.
Por lo tanto la Programación
Neurolingüística (PNL) nos dice que si empezamos a manejarnos con una identidad
sana, llena de recursos, los demás niveles de pensamiento se van adecuando para
confirmar esta identidad, y por lo tanto tener capacidad de resiliencia.
¿En qué nos puede ayudar desarrollar la resilencia?
Desarrollar una personalidad resiliente nos evitará
muchos disgustos. Pero más allá de eso, ser resilientes nos
cambiará, aumentará nuestras capacidades y gracias ello desarrollaremos por
completo nuestro potencial.
Vivir límite y no rompernos nos hará
flexibles, adaptables, nos convertiremos en personas intuitivas capaces de
aprender de lo que sea, cambiará nuestro punto de vista sobre todo y
obtendremos una nueva perspectiva mucho más elevada...
Está claro pues que no
perdemos nada por trabajar sobre ello, ¿no? Porque en el fondo, siempre hay brotes verdes. Una luz al final de ese túnel. ¡Animaos!
Como siempre desde mecoach y con su amplio equipo humano, os podemos ayudar mediante asesoramiento personal y profesional, sesiones de coaching, sesiones de PNL terapéutico, y servicios de outplacement para profesionales en proceso de redefinición de su carrera laboral.
M.de Jaime y el equipo de mecoach
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