La palabra “héroe” procede del griego, de
una raíz que significa «proteger y
servir» (que casualmente coincide con el lema del departamento de policía
de Los Ángeles).
Christopher
Vogler, en su obra ‘El viaje del escritor:
las estructuras míticas para escritores y guionistas, dramaturgos y novelistas’,
parte de esta raíz y define al héroe como “alguien capaz de sacrificar sus
propias necesidades en beneficio de los demás, como un pastor que se sacrifica
para proteger y servir a su rebaño. En consecuencia, el significado de la
palabra héroe está directamente emparentado con la idea del sacrificio
personal”.
Y es este sacrificio y entrega desmedida,
los factores que convierten a un héroe en un símbolo. En efecto, los héroes son
símbolos del alma en transformación, del viaje lleno de retos y conflictos que
cada persona se enfrenta y recorre a lo largo de su vida.
En efecto, los héroes poseen cualidades con
las que todos podemos identificarnos y que bien podemos reconocer en nosotros
mismos. Estas características responden a unas motivaciones universales
inteligibles para todos: el deseo de ser comprendido y amado, de tener éxito,
sobrevivir, ser libre e incluso el deseo de venganza.
La historia del hombre, ha demostrado que
una persona del común puede alcanzar el status de héroe y vivir inmortalizada
en la mente de las personas. Son líderes, patriarcas de grandes naciones o
imperios, o protagonistas de nuevos ideales que han marcado el paso y el
cambio mismo de la historia. Y de ahí, de esta ruptura, se genera la
mitificación de sus acciones. La anécdota se convierte en mito, y sus proezas
terminan y atribuidas a poderes sobrenaturales a los de los mortales
corrientes.
Los héroes son así, modelos de conducta, de
superación y de sacrificio personal. Modelos, que en épocas de confusión,
guerra o conflicto, sirven de guía a la sociedad y superar sus problemas.
Hoy en día, en el apogeo de una civilización
de consumo y del instante, el mito del héroe ha pasado de ser referencia
histórica o un modelo de conducta, para ser más un culto de entretención,
enfocado más a la celebridad que lo interpreta o que lo ha creado, que por sus
mismas acciones, proezas o mensajes plasmados en el papel o en la pantalla
grande.
Para muchos potenciales espectadores o
lectores estos personajes son creaciones inverosímiles, protagonistas de
películas o comics de ficción y por ende alejados de la realidad. Son seres
banales, interpretados por seres aun más artificiales que responden a modelos
frustrados narcisistas de belleza y liderazgo del común, el cual vive en su
mayoría en el anonimato.
Y es que la verosimilitud de sus aventuras,
sumado a un exceso de poderes y a un exceso de personajes, así como al
agotamiento de historias, ha sofocado al espectador. Un espectador que en esta
época de confusión social, necesita nuevos modelos y por ende la
personificación de nuevos ideales.
En efecto, somos y estamos rodeados de
ciudadanos comunes y corrientes cuyas proezas han sido borradas de la historia. En efecto, el mundo actual ha generado el estereotipo de héroe,
que no responde a las capacidades ni perfiles que cada uno llevamos dentro. Es
así como nuestros actos heroicos pasan a ser narraciones anecdóticas que pronto
se olvidan.
Sin embargo, recientemente el hombre se ha
desprendido de la banalidad que rodea el concepto de héroe. Y así, estos seres
olvidados en la penumbra del anonimato, estos verdaderos héroes, pasan a
reclamar su reconocido homenaje. La sociedad ha recobrado un interés por la
esencia del verdadero héroe, ese personaje más ligado al concepto de Vogler, el
personaje anónimo que pierde su individualismo y se entrega por el bienestar de
los demás.
En resumen, la sociedad es la que nos ha
obligado a creer en esta figura; nos ha inculcado que aún existen. Son
los medios de comunicación los que se han encargado de que nos convenzamos de
que están entre nosotros. Y nosotros hemos sucumbido, lo hemos aceptado como
verdad absoluta, nos hemos negado a no aceptar que queremos ser salvados.
Negar que los héroes existen sería negar que hay esperanza; y
si no tuviésemos esperanza, no tendríamos nada.
En serio, ¿no hay héroes hoy en día? ¿Nadie se sacrifica en beneficio de los demás?. ¿Te apuntas?
El equipo de mecoach
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